Ovnis y Nahuales

Como algunos ya sabrán (los que me sigan en twitter o en fb, he puesto pequeñas narraciones de estas historias en algún momento) desde niña he tenido esa atracción hacia las cosas "ocultas" o sin explicación alguna que a todos nos pasan en algún momento de la vida.

A veces le susurro a la gente al oído: "Satanáaaaas..." y me voy. 

Obvio soy la pinche loca. 


Pero bueno.



10 años de mi vida los viví en la casita del Ajusco, México D.F. Me encantaba decir los pasos exactos para llegar a mi casa cuando me preguntaban ¿en dónde vives?: pues mira, pasas six flags, 3 calles arriba, ahí das vuelta a la derecha y subes... 25 cuadras, luego vuelta a la derecha, una cuadra vuelta a la izquierda, otra cuadra y la casa de la esquina es justo la mía. Todos me veían con cara de ¿en serio loca? ¿25 cuadras? ¿pues qué vives en la punta del cerro o qué? Antes de que me expresaran esas preguntas que obvio estaban en su cabeza, les decía que sí, efectivamente vivía en la punta del cerro (no tanto) y que si me querían visitar, ya sabían cómo llegar. 

En aquel entonces, 1997 o 1998, la zona estaba bastante despejada. De gente, de autos, de civilización. La única referencia era six flags (que no recuerdo bien en qué momento pasó a ser six flags, tal vez cuando llegué a vivir ahí era reino aventura, o quién sabe, no recuerdo eso) y alguno que otro lugar que mi pequeña mente de niña de 7 años no pudo retener. Vivir en el cerro me daba el extraño privilegio de poder ver parte de la ciudad en un día normal, y un poco más allá cuando el cielo estaba despejado. 

Al no haber tanta gente como ahora y ser prácticamente una zona "rural" dentro de la ciudad, había muchas historias raras de "animalitos" que las vecinas más viejas aseguraban haber visto en algún momento e historias que incluían "al diablo" que obvio, también se paseaba por las calles de la colonia. 

Cuando yo llegué a vivir ahí, te tomaba al menos 15 minutos llegar al bosque caminando, que estaba prácticamente al lado. Se escuchaba un tren a lo lejos los fines de semana por la mañana y un día si un día no, pasaba un señor vendiendo una especie de obleas grandes y sumamente delgadas que se anunciaba tocando un triángulo cada que caminaba. Sí, un triángulo. Tiene años que no escucho ese sonido ni como de esas obleas. 

En esos tiempos (y todavía ahora, lo admito) veía fervientemente cada domingo Tercer Milenio con Jaime Maussán. Y desde siempre he alucinado con lucecitas en el cielo. 

Claro que nunca veo nada, por más que quiera. 

Todo era absurdamente normal hasta que un día, la vecina me contó que en las noches, entre la 1 y las 3 de la madrugada, deambulaba por las calles "El Nahual". Así tal cual, El Nahual. Un brujo que vivía oculto en el bosque durante el día, pero que en las noches, su diversión era transformarse en perro negro y pasearse por las calles de la colonia. Según ella, era un perro de tamaño considerable, totalmente negro y con los ojos rojos. Que si lo quería ver tenía que estar bien escondida, y solo asomarme por un minúsculo espacio que dejaran las cortinas. Nunca supe si me contó esto para espantarme o si ella lo había visto o simplemente era una especie de guía turística para los recién llegados, pero sus palabras se quedaron muy dentro de mi.

Así que una noche, con más ganas que miedo (por que miedosa siempre he sido), me armé de valor, me espanté el sueño y me quedé pasmada en la ventana esperando a ver al Nahual. 



No vi ni madres.

Pero se me hizo costumbre quedarme pasmada en la ventana y no dormir. Costumbre que me afectó, por que a la fecha me es imposible dormir antes de la 1 de la mañana. 

De poco le fui perdiendo el miedo y terminó por gustarme, era un secreto, un ritual que solamente yo podía hacer y lo mejor, me sentía invencible estar ahí pasmada como imbécil en la ventana viendo la noche. Me emocionaba calendarizar las noches en las que me iba a quedar despierta esperando al Nahual, generalmente los sábados, y además, escribía una especie de "diario secreto" y lo ilustraba. Era una ñoña hecha y derecha. 

Nunca vi al Nahual, pero si vi a los perros de los vecinos peleándose infinidad de veces, a los borrachos de la tiendita de la otra esquina, peleas maritales, niños quemando cuetes y a las vecinas de enfrente (las que según los rumores si eran brujas) en actitud sospechosa deambulando por la calle... en la madrugada... ahora que lo pienso que miedo con esas mujeres. QUE PINCHE MIEDO.

Total que un buen día una madrugada de hecho, se me ocurrió cambiar de ventana. Esperaba al Nahual en la ventana de mi cuarto, pero cuando me asomé por la ventana del baño MI MUNDO CAMBIÓ. MI PANORAMA SE ABRIÓ. FUE MARAVILLOSO Y OLÍA A ROSAS.

Desde mi ventana se veía la calle, la casa de enfrente (la de la brujas... que pinche miedo en serio, ahora que lo analizo) el cruce de la esquina y apenas y se llegaba a ver la tiendita antes mencionada. Desde la ventana del baño podía ver el patio de la casa de al lado y a lo lejos, otro cerro y una amplitud del cielo maravillosa que la casa de las brujas no me dejaba apreciar desde la ventana de mi cuarto. En el otro cerro se veían luces en la punta, porque ya todos sabemos que los cerros tienen luces en la punta. Así que ahora, mi ñoñería estaba completa. Desde mi cuarto esperaba al Nahual y desde el baño esperaba a los ovnis. 

Mi cuadernito de notas aumentó y pronto, me pareció más interesante esperar a los ovnis que al Nahual.

Y la verdad es que vi cosas más interesantes desde la ventana del baño.

Desde luces que parpadeaban y de repente desaparecían, hasta luces que pasaban demasiado rápido para ser aviones. Y tal vez lo eran. Pero para mi era más genial creer que si llegué a ver ovnis. A veces me regresaba corriendo a mi cuarto para meterme entre las sábanas por que me asechaba la idea de que los ovnis sabían que los estaba viendo y me iban a secuestrar por "saber más que un humano promedio". 

Me parece curioso como me refería a los ovnis como "ellos", siendo que el ovni es solamente el transpote, en lugar de que los extraterrestres fueran los "ellos" reales. 

Fueron varios años en los que viví feliz y con miedo mi secreto. Era algo solamente mío, nadie más podía opinar o meterse, era mío y así quería que se quedara. Me encantaba quedarme sentada en la ventana viendo la noche, escuchando los sonidos propios de esta, admirando el cielo y las luces de la ciudad que de a poco y sutilmente cada vez eran más.  

Y como una broma macabra de la vida, todo esto terminó cuando entré a la adolescencia. A los vecinos de al lado hasta parece que les pagaron para sepultar mis recuerdos ñoños de la infancia. De repente, subieron su barda. Desde el baño ya no podía ver nada, mas que ladrillos. En alguna entrada anterior de este blog escribí que mi infancia terminó cuando me cambié de casa y dejé atrás los rumbos de la calle Tenorios que colindaba con Periférico Sur. Pero analizando mejor mi vida, mi infancia terminó cuando pusieron esa barda de ladrillos grises y ya no podía ver más allá. Era como una forma de decirme "oye! deja de soñar, deja de buscar ver cosas donde no las hay, enfócate en la vida, déjate de cuentos!".

10 años viví ahí. De los cuales, los que duré viendo por la ventana fueron los que más disfruté. La vida siguió con sus rutinas y de a poco me olvidé de la emoción que sentía en mis noches sin dormir, esperando ver algo. 

Ahora llevo 7 años viviendo en Cuernavaca y como otra broma de la vida, llegué a vivir a otro cerro. 


¿Pero qué crees? Desde mi casa se ve toda la ciudad, e incluso más allá. Puedo ver los cerros de Tepoztlán, incluso la pera y si el ambiente está claro, se llega a ver parte de Cuautla, o lo que creo que es Cuautla, si es que no es otro municipio y ya la cajetee y reprobé geografía de México. 

Disfruto ver el cielo nocturno y las luces de la ciudad parpadeando a lo lejos. 


Y a veces, espero ver algo donde no lo hay. 

Comentarios

Unknown dijo…
Ayer ya no pude comentar por problemas sentimentales.

"No vi ni madres..."

Sin lugar a dudas aunque no es lo mismo creo que todos hemos tenido secretos o esas pequeñas cosas que nos da pena comentar por que nos parecen tan irreales que muy a penas nos cuesta trabajo comprender como para hacer comprender a los demás. Como esos rituales que preceden a diversas acciones como soplarle a los dados antes de lanzarlos, implorar, rezar y bajar virgenes, santos y demás seres celestiales cuando reprobabas alguna materia en la escuela y tu mama te volteaba a ver con cara de "vas a ver cuando lleguemos a casa cabrón".

Tal vez no es lo mismo ni en la magnitud de un nahual u ovnis, pero hasta yo he tenido mis ataque sobre naturales (y vaya que no creo en ello).

Lo importante es disfrutarlo y analizar el por que de niños vemos esas cosas que de grandes vamos perdiendo.

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